miércoles, 30 de septiembre de 2009

La sociedad de la informacion y las nuevas tecnologias


La construcción de un marco conceptual sobre cualquier área del saber o del acontecer humano, muchas veces tiene que echar mano de conceptos, definiciones y/o postulados de quienes han dedicado su vida a desentrañar las misteriosas relaciones que existen entre el ser humano y su entorno, y la capacidad del primero (el hombre) para conocer y transformar el segundo (su entorno objetivo).
En efecto, el experto en nuevas tecnologías Nicholas Negroponte ha expresado recientemente que: "Cualquier tecnología unida a la ciencia produce un cambio en la forma de vivir y de entender la realidad. En los últimos años se ha producido un intenso y acelerado conocimiento del universo y además la tecnología ha permitido la transformación de este mundo y de los propios seres humanos".(1)
Dentro de este contexto, esta presentación estará orientada a considerar el impacto acumulativo que han tenido los diferentes procesos de transición de la sociedad, cuya expresión más compleja se sintetiza en lo que hoy hemos venido denominando la "Sociedad de Información", que junto con el entorno tecnológico que la sustenta, viene operando profundos cambios sociales, económicos y culturales, los cuales es necesario tratar de dimensionar no sólo desde el punto de vista de su importancia como determinantes y moldeadores de un nuevo tipo de sociedad, sino, y esto es lo fundamental, si este nuevo tipo de organización económico-social, tiene la impronta de lo que el ser humano, en su dimensión social-racional, ha buscado siempre: la justicia, la equidad y el respeto; categorías éstas que constituyen el fundamento de su estructuración ética y moral.
Las anteriores reflexiones nos llevarán, sin duda, a considerar la función que cumple el Estado, dentro del marco filosófico y práctico que actualmente le impone los patrones de desarrollo tecnológico y el subsecuente proceso de globalización que de manera general se está operando en el mundo actual.
Nunca como ahora ha resultado tan difícil desentrañar los misterios de cómo el hombre cambia las cosas, y cómo este proceso cambia las instituciones y cómo lo uno y lo otro, en su relación dinámica, finalmente cambian al hombre mismo; pues no debemos olvidar como lo expresa el historiador J.K. Feibleman que: "Somos producto de las instituciones que hemos creado, y esto es así porque nosotros las hemos creado. Existe una interacción entre el hombre y sus obras, de forma que las consecuencias de sus obras le impulsan a realizar otras obras que tienen nuevos efectos, y así continúa el proceso hasta que es imposible decir qué es el hombre y cuál es su obra".(2)
En tal sentido, la conformación del paradigma actual es sin duda la consecuencia del obrar del hombre sobre las cosas, dentro del marco de las instituciones que este proceso ha ido delineando a través de la historia. Comenzando por los procesos básicos de manufactura, el uso práctico de utensilios y el desarrollo de un lenguaje complejo para la comunicación, el hombre ha llegado al estadio en el cual mediante el desarrollo tecnológico, provisto básicamente por el desarrollo de las comunicaciones y la informática, y echando mano, como herramienta, de la digitalización, hoy en día puede tener acceso a cantidades insospechadas de información y conocimiento.
Muchos han afirmado, en términos pedagógicos, que la circularidad es el mejor acercamiento conceptual al infinito; esto en el ámbito de los procesos quiere decir que un elemento puede tener la categoría de "causa" o de "consecuencia", dependiendo del corte que hagamos en el tiempo para individualizarlo, conceptualizarlo y sintetizarlo. Así las cosas, y tal como ya lo enunciamos, las instituciones sociales y particularmente el Estado en su moderna concepción, no sólo son consecuencia de los actos del hombre a través de la historia de la civilización, sino que, de igual manera, las instituciones también ejercen la función de moldear y condicionar el obrar del hombre sobre las cosas y su entorno; conviene, pues, determinar cuál es la función que debe cumplir el Estado en el ámbito delineado por la actual estructura tecnológica que sirve como fundamento de la tan nombrada "Sociedad de la información y el conocimiento"; entendiendo que la formulación de adecuadas políticas de corrección y encausamiento, no solamente tendrán repercusiones para el actual desarrollo económico y cultural de los pueblos, sino que el apropiado obrar institucional será la garantía de permanencia del ser humano como determinante racional de su destino futuro, entendido éste en el más amplio sentido de la palabra.
II. De la tradición oral al mundo del Internet
En el ámbito del desarrollo social del hombre, términos como "lenguaje", "comunicación", "información" y "conocimiento", se han convertido en temas de obligatorio tratamiento por parte de expertos y científicos, pues en ellos se hallan inmersos varios de los grandes enigmas de la existencia de los seres humanos sobre la tierra; esto es: cómo el hombre se comunicó con sus congéneres; qué medios utilizó; cuales fueron los contenidos que formaron parte del proceso de comunicación y cuál fue el resultado de todo este proceso. Dicho en otras palabras, y teniendo en cuenta los propósitos del presente escrito, nos interesa conocer la relación dinámica que existe entre el hombre (agente activo del proceso de comunicación), el lenguaje (el medio utilizado) y el contenido (la información o conocimiento transmitido). Creemos, sin duda, que desde la tradición oral al internet, esta relación ha sido determinante para explicar cómo el hombre se comunica, cómo asimila, forma y transmite conocimiento, cómo cambia su entorno y, naturalmente, como se cambia a sí mismo.

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